Aunque tiene menos de 30 años, mi tía Mayumi Enokida todavía es muy gordita, así que me alegré mucho cuando mis padres me enviaron a quedarme en su casa por unos días en un viaje de negocios. Llevando mi maleta y entrando a la casa, me sorprendí mucho porque se volvió mucho más deliciosa de lo que imaginaba. Desafortunadamente, luego se me cayó un vaso de agua. Ella insistió en empujarme hacia abajo y ayudarme a cambiarme de ropa a pesar de que yo era muy tímido. El contacto con su piel y su cuerpo hizo que mi polla rebotara ante sus ojos. Mientras esperaba eso, la tía lasciva agarró mi polla como un tigre que llevaba mucho tiempo hambriento y luego se emborrachó y la chupó y lamió. Quizás fue porque hacía mucho tiempo que no tenía relaciones sexuales con nadie que mi tía se puso locamente cachonda, mi presencia aquí era para ayudarla a aliviar sus deseos lujuriosos. Es una suerte para mí tener una tía tan deliciosa y lujuriosa.
